sábado, 15 de octubre de 2022

Reto 5. Construyendo un mundo más igual.

 Construyendo un mundo más igual.


    La verdad, nos se me ocurre nada que pueda aportar a la igualdad de género desde mi puesto de trabajo, ya que, ciertamente, si hay algo igualitario en un embargo por deudas. Por tanto, mi reflexión sobre el tema lo haré estrictamente desde mi posición como persona, simplemente, nada más (y nada menos).

    Es lugar común que el mundo se mejora mediante la educación en valores. Valores como la libertad, la igualdad en todos sus aspectos, la responsabilidad de los actos de cada uno... Pero quizá la pregunta del millón es: quién educa a quién? ¿Dónde deben impartirse e implantarse esos valores? Para mí la respuesta siempre a sido la misma: en casa, en tu casa, en mi casa, en el seno de la familia.
    ¿Y en los colegios, los institutos, universidades, instituciones de enseñanza en general? Pues también, pero de modo complementario a lo que tú, como madre o padre, enseñas a tus hijos, con tu ejemplo principalmente. La enseñanza de valores como este de la igualdad de género en concreto, no se subcontrata, no se delega en terceros. ¿Vale de algo una charla sobre igualdad de género impartida por un maestro si cuando llegas a tu casa ves cómo tu padre se comporta de forma machista ante la aquiescencia (o no) de tu madre? ¿O si al comentar la charla en casa te contestan que eso son "chorradas"? No voy a decir que no valdrá de nada, eso dependerá ya única y exclusivamente de la madurez del chico y de otros factores externos, pero desde luego su efectividad no será la misma ni de lejos que si se refuerza con una comunicación filo-materno/paterna que vaya en el sentido de reforzar ese mensaje de igualdad de género. Y así en todos y cada uno de esos valores que todos, creo, queremos transmitir a nuestros hijos: igualdad, tolerancia, justicia, responsabilidad social... Todos, o al menos aquellos que nos gustaría un futuro más justo frente a los que defienden la intolerancia, el racismo y la desigualdad como medios para alcanzar el poder, puesto que no concibo que esa sea la sociedad que queremos construir para el futuro, sobre todo si tenemos en cuenta que esas son las sociedades del pasado, y del presente aún en muchos países.

    ¿Qué puedo yo hacer para cambiar el mundo a mejor? Hace tiempo que contesté a esa pregunta: dejar cuando me muera dos personas mejores que yo en ese mundo: mis hijos.

lunes, 10 de octubre de 2022

RETO 4. Políticas de igualdad de género en la Ley General de la Seguridad Social.

Políticas de igualdad en la Ley General de la Seguridad Social.

PRESENTACIÓN.

    Dentro de la normativa estatal, la Ley General de la Seguridad Social se enmarca dentro del cuerpo legislativo básico de protección al conjunto de toda la población española ya que afecta, en mayor o menor medida a todos y cada de nosotros desde nuestro nacimiento hasta el fallecimiento, e incluso más allá, con prestaciones como la de Riesgo durante el embarazo o el Auxilio por Defunción.
    El derecho a la Seguridad Social lo establece la misma Constitución Española de 1978 en su artículo 41, y su ámbito de aplicación lo recoge la propia Ley en su artículo 7: "Estarán comprendidos en el sistema de la Seguridad Social, a efectos de las prestaciones contributivas, cualquiera que sea su sexo, estado civil y profesión, los españoles que residan en España y los extranjeros que residan o se encuentren legalmente en España...". Se articula, por tanto, como un derecho universal y un mecanismo público de protección ante determinadas vicisitudes o contingencias que suponen un menoscabo en la calidad de vida y en la economía de la persona afectada, si bien su campo de aplicación es más extenso, comprendiendo también relaciones de tipo laboral. Su aplicación ha sido históricamente competencia del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en cualquiera de sus denominaciones, actualmente Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.

ANÁLISIS.

    Desde la promulgación de la primitiva Ley de Bases de la Seguridad Social en diciembre de 1963, la legislación básica de protección social española ha pasado un dilatado proceso de modificaciones que permite seguir la historia de diversos aspectos de este país en las últimas seis décadas que sobrepasan los límites de las prestaciones sociales. Centrémonos en las políticas de igualdad de género.
    Como es fácil de imaginar, no encontraremos referencia alguna a la igualdad de sexos en su texto original, más al contrario, al establecer en su Base Quinta una prestación económica "...a las viudas de los trabajadores", se da por entendido que, en general, son los hombres los que realizan los trabajos remunerados. Sin embargo, en su Texto Articulado de 21 de abril de 1966, ya encontramos una primera mención a "las trabajadoras", al otorgarles derecho a la asistencia sanitaria por maternidad. Poco más podemos buscar en esta ley, salvo alguna mención a la mujer como "viuda" o "esposa".
    No podemos encontrar mejoras sustanciales en los siguientes años, ni tan siquiera tras el fin de la dictadura y la llegada de la democracia, no siendo hasta el año 1995 donde se establece una prestación que será el inicio del reconocimiento de la singularidad de la mujer en el ámbito de la protección social, como es la prestación de maternidad como una situación específica y no como una incapacidad laboral. Este primer y tímido avance será el precedente de todos los posteriores, puesto que también los hombres pueden ser beneficiarios de esta prestación en determinadas circunstancias.
    Más decisiva es la modificación efectuada mediante la Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras, en cuya exposición de motivos encontramos por fin un razonamiento basado en perspectiva de género: "La incorporación de la mujer al trabajo ha motivado uno de los cambios sociales más profundos de este siglo.
    Este hecho hace necesario configurar un sistema que contemple las nuevas relaciones sociales surgidas y un nuevo modo de cooperación y compromiso entre mujeres y hombres que permita un reparto equilibrado de responsabilidades en la vida profesional y en la privada."
    Actualmente, la Seguridad Social se rige por el Real Decreto Legislativo 8/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social, que ha ido  incorporando paulatinamente las políticas de género en las prestaciones buscando principalmente una mayor corresponsabilidad del hombre en actividades o vicisitudes tradicionalmente vinculadas a la mujer, siendo una de las más recientes la modificación del artículo 60 realizada por el Real Decreto-Ley 3/2021 por el que se adoptan medidas para la reducción de la brecha de género..., y que incorpora literalmente que "Las mujeres (...)beneficiarias de una pensión tendrán derecho a un complemento por cada hijo o hija, debido a la incidencia que, con carácter general, tiene la brecha de género en el importe de las pensiones contributivas de la Seguridad Social de las mujeres"..
    Sin entrar a describir en detalle las diferentes situaciones protegidas, nacimiento y cuidado del menor, riesgo durante el embarazo, lactancia natural, etc., cabe destacar por su impacto, al menos teórico, de la creación del conocido como "permiso de paternidad" como prestación pareja a la maternidad de las mujeres introducido por la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, y que se articula como un medio para favorecer la conciliación de la vida personal familiar y laboral.
    En un intento de aplicar el método de las 3R podemos inferir que estas políticas de género:
    a) Se pretende influir en los roles de género relacionados con el cuidado de los hijos, generalmente otorgados a las mujeres, buscando la corresponsabilidad de los hombres mediante permisos remunerados y obligatorios.
    b) Debería contribuir a que la maternidad no fuera un visto como algo negativo en el ámbito laboral que discrimine a la mujera a la hora de acceder en igualdad de condiciones con los hombres a cualquier puesto de trabajo.
    c) Al ser una disposición legal de obligado cumplimiento, las decisiones y relaciones de poder vienen definidas por la presión que gradualmente se ha ejercido por parte de organizaciones y mujeres en general en busca de una igualdad real en el ámbito laboral.
    


IMPACTO Y RESULTADOS.

    Del anterior análisis se deduce que el imparto esperado es la reducción de la fecha de género en el campo de las relaciones laborales así como el acceso en igualdad de condiciones al trabajo. Eso debería traducirse en una representación en el mercado de trabajo acorde con el porcentaje que hombres y mujeres en edad laboral tienen en la pirámide poblacional de España. Según los últimos datos del Padrón Continuo publicados por el INE, aproximadamente el 51% de la población total residente en España son mujeres, correspondiendo el 49% restante a los hombres, como es lógico.
    En un mundo de igualdad ideal, el 51 por ciento de los trabajos deberían estar ocupados por mujeres y el resto por hombres. Sin embargo, según la última encuesta de población activa, el porcentaje de mujeres trabajadoras sobre el total de la población activa se sitúa en el 47,27% y la tasa de actividad de los hombres supera en casi 10 puntos a la de las mujeres (63,73% frente a 53,97% de mujeres), por lo que no se puede decir que el acceso al trabajo sea aún igualitario, puesto que hay muchas más mujeres que hombres que ni siquiera buscan trabajo de forma activa, siendo además la tasa de paro de las mujeres incorporadas al mercado laboral superior a la de los hombres (14,15% frente a 10,99%), mostrando que también las mujeres tienen más dificultad que los hombres para encontrar trabajo.
    No obstante, consultando las series históricas del INE observamos una progresión imparable en la incorporación de la mujer al mercado laboral que, partiendo de un 28,36% de mujeres trabajadoras sobre la población activa en 1976 y una tasa de actividad del 28,53%, se llega a los parámetros actuales casi 20 puntos porcentuales mayores, progresión que ni tan siquiera fenómenos negativos como la crisis económica de 2008 o la reciente pandemia de la Covid-19 han frenado, en contraste con la tasa de actividad masculina que ha ido disminuyendo desde el máximo del 69,34% al 63,73% actual.
    De esta mayor presencia de la mujer en el mercado de trabajo no es ajena las políticas de igualdad de género implantadas dentro de la Seguridad Social descritas en el apartado anterior, junto con otras que abordan desde la perspectiva género el mundo laboral en su conjunto, principalmente recogidas en el Estatuto de los Trabajadores.

PUNTOS FUERTES Y DEBILIDADES.

    Como mayor punto fuerte de estas políticas nos encontramos con su obligatoriedad de cumplimiento al tener fuerza de Ley. La concepción, por ejemplo, del permiso de paternidad como obligatorio e intransferible (anteriormente era frecuente que parte de los períodos de suspensión del contrato de trabajo del padre acabaran siendo transferidos a la madre con un impacto negativo en su promoción laboral), supone un hito a la hora de abordar la corresponsabilidad en la crianza de los hijos en sus primeros meses de vida, y viene a restar parte de la desventaja que le supone a la mujer la búsqueda de trabajo frente al hombre.
    Como puntos débiles encontramos que no aborda de forma decidida temas como el hecho de que actualmente la brecha salarial se debe más que a una diferencia de sueldo entre hombre y mujer en trabajos iguales, algo ilegal, a que aún hoy los contratos peor pagados son desempeñados en su mayoría por mujeres, algo que necesitaría un abordaje sectorial que no se contempla de forma decidida en la Ley de la Seguridad Social vigente, estructurada más bien como una norma de carácter universal, si bien en recientes reformas se ha reforzado la protección sobre sectores como el de las empleadas de hogar y los cuidadores no profesionales que ocupan de forma casi exclusiva a mujeres.


    
    
    
    

viernes, 23 de septiembre de 2022

ENTRADA TRES. Reto Módulo Dos.

 



 Como aficionado a la historia, podría comentar la figura de Hipatia de Alejandría, filósofa, maestra y pionera científica, además de protagonista de la película Ágora de Amenábar, que la (re)descubrió para el público en general. En el mundo del arte, sin duda Frida Kalho es un referente femenino indiscutido e indiscutible, a quien bien se podría dedicar este trabajo.
 En nuestro país, el feminismo y la igualdad tienen entre sus grandes valedoras a Victoria Kent, abogada, política, diputada y Directora General de Prisiones durante la Segunda República, todo ellos campos prácticamente restringidos en su época a la órbita de los hombres.
La vida y obras de estas y otras muchas mujeres reconocidas con el paso del tiempo por la historia los podemos conocer fácilmente, pues son abundantes sus biografías escritas y los artículos accesibles a través de Internet.
 Quizás sea más apropiado para este trabajo buscar alguna figura menos conocida, alguien de tu localidad, cuyo nombre no resulte familiar fuera de este ámbito más reducido. Dependiendo de lo populosa de tu ciudad, tendrás más o menos personas o personalidades a las que retratar. Claro que la cosa se complica si has nacido en una aldea de poco más de mil habitantes en plena campiña cordobesa. No obstante, voy a intentarlo.
 Se llamaba Eduarda y nunca le gustó su nombre.
Nació el primer día de agosto de 1929, y toda su vida la pasó en su pueblo. Fue trabajadora, ama de casa, madre y esposa. Tuvo la suerte o el acierto de casarse con un hombre bueno, trabajador y respetuoso, a quien no le importaba dejarse llevar por ella, de un carácter más fuerte que el suyo, y un poco mandona, todo hay que decirlo.
 De su infancia y sus años de moza hablaba poco, quizás porque poco bueno había que contar; aunque, a veces, cuando el calor de las noches de verano hacía que las sillas salieran de las casas a las aceras, cuando se formaban corros entre vecinas y vecinos, y los niños, cansados de correr, nos sentábamos en el suelo a escuchar las historias que los mayores contaban, también alguna salía de su boca.
 Contaba que de niña sufrió la guerra, que su familia tuvo que huir y buscar refugio en otras tierras. Que se encontraron durante la huida en mitad de una batalla ella, sus padres y sus tres hermanos, el más pequeño enfermo de sarampión. Que cuando oían acercarse los motores de los aviones, su padre los tiraba al suelo y los cubría con una manta para escapar de la vista de los aviadores sanguinarios que ametrallaban todo lo que se movía. Que encontraron refugio en un pueblo de la Sierra de Jaén, y que su padre la bajó, ya cuando la guerra tocaba a su fin de un tren que la hubiera llevado a Rusia junto con otros niños. Que la guerra terminó y volvieron al pueblo, sólo para encontrar hambre, ruina, odio y represión. Así vivió su juventud.
 De su matrimonio nacieron tres hijos, todos varones, dejándola sin una hija con la que compartir sus "cosas de mujeres", y que tanto deseó. Hizo de sus hijos, de su marido, de su madre y de su hermano menor, enfermo mental la razón de su vida. A todos cuidó, de todos se ocupó hasta que murieron o se marcharon del hogar.
 Yo la recuerdo sentada en una silla, hojeando una revista, mirando las fotos y esas líneas de signos indescifrables que nunca pudo leer porque, en aquel tiempo y aquel lugar "las mujeres no necesitaban ir a la escuela sino aprender a llevar su casa". La recuerdo suspirar y decir "qué mala suerte haber nacido mujer".
 Y a pesar de todo, como un milagro, construyó a su alrededor un hogar que siempre funcionó como un matriarcado, en mitad del patriarcado a veces grotesco que la dictadura construyó en nuestro país. Cuando los hombres e incluso los niños en las casas no hacían más que esperar sentados a que sus esposas, madres, hijas y hermanas los sirvieran, ella no enseñó a poner y quitar los platos de la mesa, a lavarlos, a coger una escoba, a hacer una cama, calentar una comida, coser un botón... Pequeñas cosas que ahora nos parecen de lo más lógico y normar, pero no en aquel lugar y aquel tiempo. Y también nos enseñó que nadie es más que nadie dependiendo del órgano con el que nació entre las piernas.
 Consciente de todas las injusticias que sufrió sólo por ser mujer, nos enseñó a rechazar, a despreciar, a combatir la discriminación en cualquiera de sus formas.
 Con el tiempo, los tres hermanos tuvimos que marchar de su lado, primero el mayor, buscando en los andamios un futuro mejor que el que se adivinaba entre los olivos. Después los dos menores, a quienes una modestas clases de mecanografía, empeño personal de su madre, permitió acceder al mundo de las oposiciones y la función pública. Porque en el aquel humilde hogar, aunque nunca sobró de nada, su matriarca se ocupó de que nunca faltaran los libros que ella no pudo leer.
 En la última etapa de su vida pudo ver cómo España cambiaba, cómo las mujeres conquistaban metas que a ella se le antojarían imposibles, cómo podían hablar de derechos y no sólo de obligaciones.
 Con el tiempo he llegado ha comprender la suerte que tuve de ser su hijo, de que fuera ella quien me criara. Que me enseñara a ver la parte buena de las cosas en lugar de la mala, a apreciar lo que tienes en lugar de envidiar lo que no tienes. Que me enseñara a quejarme menos y pelear más. A apretar los dientes y levantarme cuando me caigo.
 Con el tiempo he llegado a comprender que al cambiarnos a nosotros, a los hombres que tenía a su alrededor, a una nueva generación, también cambió el mundo, también luchó por la igualdad. Sin proponérselo; sin darse cuenta de ella. Y con ella, miles de mujeres en este país y en todo el mundo que comprendieron las injusticias que sufrían sólo por el sexo con el que nacieron y a su manera, contribuyeron y contribuyen a que se avance hacia un mundo con igualdad.
 Ninguna de ellas aparecerá en los libros de historia, a ninguna dedicarán artículos ni documentales, a ninguna se le reconocerá públicamente su valía. Pero sin ellas, tampoco se conseguirá erradicar algún día la desigualdad, la injusticia ni la discriminación.
 No sé si estas líneas cumplen con lo que se esperaba de este trabajo, ni se se puede enmarcar en los parámetros que establecía. No sé si estas mujeres de las que hablo traspasan la categoría de personas para poder ser contempladas como personajes, pero hoy busqué entre mis recuerdos un tema para este reto, y esto es lo que encontré.
 


                                                                                          

martes, 20 de septiembre de 2022

SEGUNDA ENTRADA. Reto Módulo Uno.

 Miro y remiro una y otra vez las instrucciones para realizar este reto mientras me rasco la cabeza y pienso:

A)Para qué me habré metido en este "embolao" si yo lo que quería era hacer un curso sencillito, con unos vídeos, unos PDF, y unas preguntitas al final para comprobar si me había enterado de algo.

B)Cada vez tengo menos pelo.

Repaso otra vez la opción A y me agarro a las primeras palabras: "Realiza una reflexión..." y a las últimas "...o algún ámbito que te resulte de interés.", y las interpreto como patente de corso para abordar cualquier tema mientras guarde relación con el contenido del Curso. Me muerdo las uñas para resistir la tentación de pasar por la Cafetería y echar un ojo a los trabajos ya realizados por otros compañeros y me tiro a la arena.

El pasado mes de mayo tuve la satisfacción de asistir a la graduación como ingeniero del mayor de mis dos hijos. Una de las profesoras que presidían el acto nos llamó la atención a los asistentes sobre algo ya evidente mientras pasaban las fotos de los estudiantes y los presentaban: de treinta y pico chicos que se graduaban, sólo tres eran mujeres. También lanzaba una pregunta: ¿Por qué tan pocas mujeres eligen estudiar carreras de Ingeniería y de Ciencias? Ella, mucho más preparada que yo, no tenia la respuesta. Obviamente yo tampoco espero encontrarla, pero igual buscándola aprendemos algo.

Según los datos del Instituto de las Mujeres, el porcentaje de mujeres matriculadas en estudios de Grado Universitario en el curso 2020/2021 es del 56,8%. Por tanto, hay más mujeres que hombres en la Universidad. Primer dato, positivo. Se acabó eso de que estudiar era para hombres y nada más. Vale, pero si se ahonda más y se analizan por separado los ámbitos de estudio, vemos como los estudios cursados por mujeres se concentran especialmente en Ciencias de la Salud, Educación, Ciencias Sociales... y se vuelven minoritarias en Ciencias en general, Ingenierías (26,10%) e Informática (14,14%); parecería que por algún extraño proceso evolutivo la mayoría de las mujeres sienten alergia a las máquinas y los ordenadores.

Le formulo la pregunta pertinente al Sr. Google y me aparecen multitud de entradas sobre este asunto ¿Por qué hay menos mujeres que estudian ciencias que hombres? Pincho alguno al azar y todos me remiten a la misma palabra: "estereotipos". Siguen por todas partes: mujeres con bata de enfermera (ahora también de médica, menos mal), con las gafas de maestra, con la falda de secretaria 🙆. Eso es lo que vemos, eso es lo que aprendemos, eso es lo que aplicamos. Siguen faltando referentes femeninos para la ciencia, la ingeniería y otras muchas profesiones. Si no las vemos, no existen. Si no existen, no pueden inspirar a las nuevas generaciones. Un circulo vicioso que, pienso, hay que romper entre todos, empezando en el escalón más básico y primordial: cada uno en su hogar; cada cual con sus hijos.

Creo que me estoy pasando de extensión, aunque se necesitaría mucho espacio para desarrollar el tema. Sólo una pregunta para todos nosotros que, por supuesto, somos personas cultas que no nos dejamos influenciar por los estereotipos:

¿Nombre de una científica?

¿Además de Marie Curíe? 🔬


miércoles, 14 de septiembre de 2022

PRIMER DIA








Me llamo Eduardo. Tengo 55 años.

Mientras pienso cómo rellenar este espacio vacío, se me viene a la cabeza que cuando empecé en esto de ser funcionario ya hace más de treinta años usaba una máquina de escribir y papel carbón, y ahora tengo que abrirme un blog para hacer un curso de Igualdad entre Hombres y Mujeres. En 1990 era un jovencito con ganas de comerme el mundo a ritmo de Rock, que escuchaba en cintas de Casette, esas que se rebobinaban con un boli Bic, y ahora soy un "boomer". Hacía apenas dos años que había hecho la "mili", donde cabos primeros y sargentos chusqueros nos "animaban" cuando hacíamos instrucción llamándonos "nenazas" y "mariquitas".

Antes de eso, me había criado entre chistes que ahora tacharíamos de machistas, racistas, homófobos y otros apelativos similares, y que entonces eran comunes en televisión y en la calle, que todos reíamos, tanto hombres como mujeres, y que se contaban sin ninguna maldad y sin tener consciencia de la carga de intolerancia que contenían.

Me habían repetido hasta la saciedad que "tenía que ser un tío duro", y que los hombres no lloran.

Para algunas generaciones, no basta con aprender, también tenemos que "desaprender".

En 1978 el artículo 14 de nuestra constitución dictaminó que "Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". 

Si después de más de cuarenta años, todavía tenemos que hacer cursos de Igualdad para recordárnoslo, es que algo ha fallado o no hemos entendido como sociedad.



Reto 5. Construyendo un mundo más igual.

 Construyendo un mundo más igual.     La verdad, nos se me ocurre nada que pueda aportar a la igualdad de género desde mi puesto de trabajo,...